Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

domingo, 30 de enero de 2011

Monólogo 1ª parte

Ayer encontré este monólogo que escribí hace siete u ocho años, es curioso en qué ambiente situé a esta mujer, visto a día de hoy.

Monólogo


(Mujer treintañera, desesperada)

- Quiero irme a la mierda…quiero desaparecer…,¡desaparecer! Ni rastro de mí. No quiero saber nada de nadie. ¿Por qué no caerá una bomba enorme y rápida?… A tomar viento. ¿Pero qué estoy diciendo? …Qué cansancio de vida. Cuánta gente hay con desgracias peores que las mías y ahí los tienes, sonriendo y de verdad… Pero si yo desgracias no tengo, sólo soy una gran desgraciada… No debería quejarme… Pero si yo me quejo de haber nacido así de imbécil, tanto que ha hecho quedarme desgraciada en grado sumo.

Una ya no puede ni desahogarse sin sentimiento de culpa, ni con nadie, luego te enteras que van diciendo por ahí que eres una quejita, que canso… no sé… cuando toca fiesta soy la que más brinca y se contonea…y la verdad es que me lo paso pipa. Pero esto también está mal visto. Debo ser una exagerada, no tengo término medio. ¡Ah! Pero ya he aprendido, por muy jodida que esté: sonrisa estupenda y en cuanto vea a alguien algo depre, yo: “oh, muy bien pero no sé qué me da contarte, no te veo en tu mejor momento eh?” Esto parece que funciona, debe subir la moral o algo así. Y cuando toque la mucha marcha, yo discreta, sin perder sonrisa pero tampoco los estribos, me muevo un poco, ladeándome hacia un lado y hacia el otro, y sobre todo observo a los otros para verlos o desfasados o apagados, yo en mi sitio, fantástica, ideal, lo que se dice una mujer equilibrada, (por lo bajo) - ¡sí, equilibrios en la cuerda floja!

(Evocando) Qué lejos quedan los días en que todavía todo estaba por pasar, cuántos libros devoraba, qué curiosidad, qué inquietud, cómo los disfrutaba, … y mis lienzos, mis pinturas, los colores, las horas a solas con mis mundos,…esa era yo… ¿y ahora qué coño soy?

Me voy a tranquilizar, si alguien me escuchara diría que parezco estar al borde de un ataque de nervios típico de mujeres neuróticas, insatisfechas y frustradas. Pero si es lo que soy, una insatisfecha y una frustrada. Lo de neurótica, creo que es la primera vez que lo digo, no sé, lo habré oído decir en algún programa de esos de la televisión, que digo aborrecer y es verdad, pero a veces no queda más remedio que dejarse atontar… O fue el otro día, cuando hablé con el psicólogo vecino de mi hermana… Ese hombre parece una buena persona. Dice que ayudan a la gente a hacer conscientes sus complicaciones, a saber ver sus conflictos para que así puedan enfrentarse mejor a ellos, porque parece ser que la mayoría de la gente que va a sus gabinetes, sólo sabe que sufre… Ya, y cuando va un paciente…, paciente o cliente ¿cómo los llamarán?, bueno lo mismo da, les sacan el dinero de igual forma… Aunque yo creo que este hombre vale mucho, muchísimo (es una pena que esté casado),… poco le conté pero él me hizo una radiografía casi completa de mi vida y cómo he llegado aquí. Sí supongo que hay personas capaces de captar los sentimientos y enredos de las personas incluso los que se ocultan a ellas mismas. Si, por algo estarán.

Ya han pasado doce años perdiéndome poco a poco, sin darme cuenta… De tierra adentro del Caribe creí haber encontrado al hombre más maravilloso del mundo, mi fornido hombre de la selva para toda la vida,… pero sólo se quedó… en mi hombrecito que ya tiene once años y acaba de descubrir que en vez de encantar serpientes como su padre, es hipnotizador de gallinas, oye y ¡que las deja clavadas!

Cuánto tardé en aceptar que mi vida estaba aquí y la suya allí con sus boas, sus monos aulladores, sus colibríes y los pesados de los moquitos,… Pero bueno, mucho mejor así, lo que hubiera sufrido yo al matarme al marido una asquerosa e insensible boa y quedarme viuda y con un niño de cinco años en un país tan lejano en medio de la selva. Mucho mejor así. Aquí pude acabar de estudiar (que de poco me ha servido). La verdad es que en casa de mis padres vivía divinamente, debo reconocer que ellos han criado a Carlitos, y yo podía pintar después de la agencia, que al principio iba sólo por las mañanas. Qué a punto estuve de exponer, pero ¡esta congénita imbecilidad mía!... entonces quien apareció fue el fabuloso e inigualable Alfonso, qué ‘suertuda’ me creía yo entonces. Él era todo lo que yo deseaba. Había estudiado Bellas Artes, había ganado tres concursos consecutivos, estaba imparable, directo a la gloria. Tenía unas ideas geniales, todo el mundo lo decía y yo me lo creía: “se olvida de la forma pero aparece desdibujada, como en otra dimensión, es único, sólo él lo consigue,…” La gente parecía creer que estaba surgiendo un segundo Velázquez o el Picasso de principios del XXI. Y yo mientras tanto embobada de tanto mirarle, me olvidaba de mis lienzos, de mi exposición, y claro, no llegué a tiempo con todo el encargo, así que otra vez a la mierda. A mi idolatrado Alfonso no pareció importarle mucho, “nena, mi amor, no llores más, no sabe lo que se pierde esa engreída” me decía, y yo, gran ingenua, le sonreía cada vez más embobada, y así, iba alejándome de mí misma. Él sí que se las ingenió para exponer primero en Madrid, luego Sevilla, Barcelona, más tarde le llamaron de Tolousse, Londres, New York. A Madrid, Sevilla y Barcelona sí fui yo toda de negro, muy de artista de vanguardia (entonces), igual que él. La verdad es que en aquella época estaba que se pasaba, a veces con sólo mirarme me cosquilleaba entera sin remedio… Pero ahí se quedaba y se quedó todo. A Tolousse yo ya no fui y por supuesto, tampoco a Londres, ni a Nueva York. Y lo del cosquilleo por todo el cuerpo que tan encendida me dejaba la imaginación, y no sólo la imaginación, más tarde él mismo se encargaba de apagarme tan deprisa que en este correr me dejaba ojoplática la noche entera.

Estaba tan ciega entonces, y no de puro enamorada si no extasiada por la fachada del medio hombre ese, claro que era un escaparate muy bien montado, engañaba mucho, pero por dentro no podía ofrecer nada, porque la verdad es que Alfonso sólo perseguía su propio éxito, el sentirse adulado por todo el que le rodeaba, pero por dentro estaba hueco y sigue igual, no igual no, ahora tiene el hueco lleno de amargura.

Entonces no quería o no podía verlo, hubiera tenido que admitir que en el fondo tenía una relación de escaparate también, falsa. Y para quedarme tranquila me decía a mí misma: “…el amor verdadero…¿qué es eso? cosas de místicos, lo más parecido que tienes es este hombre encantador, nuestra casa último diseño, una posición holgada que dice mi madre, qué más quiero, esto o sola con niño” y ¡oh terror! Esto último era como el castigo eterno, y yo que me creía tan modernísima y liberadísima, seguía las pautas más rancias de la sociedad más aburguesada que ahora tanto detesto pero que quizás todavía estoy enganchada a ellas. Por qué sigo si no con Alfonso cuando la nuestra es una relación donde no se siente más que aburrimiento. Supongo que es lo que llaman apego, sí por el tiempo pasado juntos, pero es una trampa ¿Por qué no soy más valiente?

A veces tengo miedo de quedarme como abandonada, mayor y sola.

Alfonso, seguro que tiene sus aventuras por ahí, yo ya no le sirvo para halagar su vanidad, pero sé que nunca me dejará porque sé que nunca se dejará pillar del todo. Él prefiere “controlar”. Él dice que “hay que saber controlar muy bien las emociones para no perderse”, y qué orgulloso se siente por ello. Sí, lo ha conseguido, tiene las emociones y los sentimientos plastificados, todavía sin abrir ni probarlos, él no se perderá no, lo que está perdiendo es el vivir. No soportaría sentirse vulnerable. Es muy cobarde. Yo también, de diferente manera pero también. Al final quien acabe con esta farsa seré yo.

Estoy muy cansada.

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