Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

martes, 29 de mayo de 2012

Black night

óleo s/lienzo (65 x 81)

lunes, 28 de mayo de 2012


“Somos víctimas –pensaba yo- de un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar en las cosas, nuestro mundo externo pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer que no existe por sí, sino por nosotros. Pero si, convencidos de la íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece. ¿Qué hacer entonces? Tejer el hilo que nos dan, soñar nuestro sueño, vivir; sólo así podremos obrar el milagro de la generación.”

1917, del Prólogo a ‘Campos de Castilla’


 “Pero amo mucho más la edad que se avecina y a los poetas que han de surgir, cuando una tarea común apasione a las almas. Cierto que la guerra no ha creado ideas nuevas –no pueden las ideas brotar de los puños-, pero ¿quién duda que el árbol humano comienza a renovarse por la raíz y de que una nueva oleada de vida camina hacia la luz? Los defensores de una economía social definitivamente rota seguirá echando sus viejas cuentas, y soñarán con toda suerte de restauraciones, les conviene ignorar que la vida no se restaura ni se compone como los productos de la industria humana, sino que se renueva o perece. Sólo lo eterno, lo que nunca dejó de ser, será otra vez revelado, y la fuente homérica volverá a fluir.”

1919, del Prólogo a la segunda edición de ‘Campos de Castilla’ – ANTONIO MACHADO


De ‘Proverbios y Cantares’

 XCVIII

Tu profecía, poeta.
-Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra

XCIX

-¿Mas el arte?
- Es puro juego,
que es igual a pura vida
que es igual a puro fuego.
Veréis el ascua encendida.
 
ANTONIO MACHADO

jueves, 24 de mayo de 2012

White

óleo s/lienzo (100 x 74)

miércoles, 23 de mayo de 2012

Hielo


Esta noche he soñado
que el hielo me abrazaba,
yo me zafaba
pero él me esperaba
en cada esquina.

Imploraba
al viento del sur
pero azuzaba el norte
y sólo encontraba
a cada paso: escarcha.
Patinaba, me caía
Me pasmaba, lloraba. 

Buscaba el alba
pero era noche negra,
preguntaba la hora,
siempre me decían: la una.
Bajo una gruta
encontré rescoldos,
mi sangre se helaba…

Desperté
Granizaba



domingo, 20 de mayo de 2012

Un lápiz, un papel

EL ROTO

 
Hay quien asegura que las películas de terror más angustiosas no son aquellas en las que el espectador se ve amenazado por un violento y viscoso monstruo, repleto de dientes, garras y otros atributos igual de agresivos. Mayores tormentos causan las que saben reflejar cómo un intangible pero decidido espíritu maligno impregna la historia que carcome poco a poco la estabilidad de los protagonistas, que al final apenas si tienen fuerzas para mostrar su desesperación con un grito aterrador. The end.

 Algo así nos está ocurriendo. La angustia privada, que tanto daña la convivencia y los afectos, se corresponde con un pesimismo público donde los únicos mensajes que nos llegan son solo para exigirnos unos sacrificios a todas luces excesivos, empeorados además por la constatación de la evidencia: los ricos son cada vez más ricos, y los pobres, cada vez más pobres. Demagogia tan barata como comprobable.

El parado español 5.624.312 sabe que no va a poder pagar la hipoteca. Y le han dicho que los culpables de su situación son los mercados. Pero 5.624.312 ignoran quiénes son esos mercados. Ahí es nada: los mercados. Entes multiformes e inconsútiles, tan escurridizos como implacables. Los mercados, sin embargo, necesitan que alguien se manche las manos que ellos no tienen, espectrales como son. Así es como nacen los banqueros, pero no esos señores tan majos de la esquina que nos han dado el crédito para el Seat Ibiza, no, si ellos son solo unos mandados, pobres. Son los de arriba, que si se empieza la escalera se suele acabar en Fráncfort, por no llegarnos a las Islas Caimán, tan soleadas, o, si no se quiere viajar tan lejos, a la céntrica Suiza. Pero los mercados y sus apéndices incestuosos, los bancos, tan indistinguibles unos de otros, se han demostrado muy hábiles, y a lo largo de la historia han buscado otros cómplices igual de anónimos: los políticos. ¿Quizá el concejal del distrito, el alcalde, el presidente de la comunidad autónoma, el presidente del país? Ni tan siquiera. Son los políticos. Así, en genérico, residentes en ciudades lluviosas, quizá Bruselas, quizá Berlín.

Entre los tres, mercados, banqueros y políticos —en ocasiones, socorridos por la inestimable ayuda de funcionarios deshonrosos o simplemente idiotas—, han conseguido hacer esta niebla espesa, esta bruma sofocante, este puré de guisantes que nos aprieta el corazón, nos estrecha la garganta y nos envenena el cerebro. Un batiburrillo indescifrable de datos y porcentajes, convenientemente adobado de términos ininteligibles, que han construido una malla inextricable de voces y órdenes de miles y miles de intermediarios de la que nadie —por mejor decir, los ciudadanos siempre perdedores, los más débiles o más humildes— se puede zafar. Es la pesca salvaje de los pezqueñines, mientras los grandes saurios se divierten en aguas plácidas.

Pero El Roto no se ha dejado atrapar por el ruido infernal que nos rodea. Día tras día nos ofrece, con una inteligencia deslumbrante, el mejor de los aforismos. O de los microrrelatos. Como el científico con el microscopio, ha barrido la faramalla de los palabreros y los hilos de los enredadores, y se ha quedado con lo esencial: el verdugo y la víctima. Para no equivocarse o perderse por las ramas de tanta trampa, ha decidido tirar por derecho y así nos lo cuenta, límpidamente: este es el asesino múltiple, el canalla, el ladrón o el violador, y estos otros de aquí son los inmolados a manos de esos sinvergüenzas. Y aún nos facilita más la lectura con una utilización magistral, y un punto novedosa, del primer plano del malvado, intimidatorio por el gesto feroz, para que no podamos escapar de la evidencia. O la cara del desgraciado, el dolor en la mueca que tampoco nos deja salida alguna.

Debe de ser muy fácil hacerlo. Un lápiz, un papel y ya.


JOSE MARÍA IZQUIERDO – elpais.com 18.05.12


jueves, 17 de mayo de 2012

At the begining was black

óleo s/lienzo (50 x 65)

óleo s/lienzo (41 x 33)

martes, 15 de mayo de 2012


Exposición de Juan Carlos Cardesín en "Manos para qué os quiero"
del 12 de mayo al 23 de junio
C/Clavo Sotelo, 52 - Logroño


Llegamos a esta segunda década del s. XXI empachados de imágenes, tanto que casi no diferenciamos lo que es objeto de consumo de lo que realmente nos alimenta, nos calma, nos nutre. Los pintores y dibujantes nos ofrecen imágenes que nosotros, en el mejor de los casos, echamos un vistazo “a ver…”… pero ¿vemos?... sin darnos cuenta lo que solemos hacer es buscar entre nuestro repertorio de respuestas hechas donde nos sentimos seguros y: “Ah, ya sé lo que quiere decirnos…” Si lográramos detenernos en una actitud reflexiva y abierta, de par en par, quizás esas imágenes nos posibiliten saltar a otra parte, un cambio de mirada para escudriñar en nuestro interior y encontrar puentes que nos enlacen con algo… que nos escondemos o con un ligero sobresalto o una fuerza latente que nos está llamando o un desvanecerse o un rostro desdibujado que nos sonríe o nos suplica y quiere que le miremos de frente…

Juankar Cardesín nos ofrece con sus poderosas pinturas y exquisitos dibujos esta necesaria, arrebatada, incómoda o dulce inmersión, como sólo los artistas de verdad pueden hacerlo, ellos se adentran en el laberinto tal Teseo para matar al minotauro y ahora, como siempre o más que nunca, los necesitamos porque ya lo dijo Borges: “El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.” Quizás el hilo son miles de hebras que abundan por doquier pero son invisibles al ojo humano, hay que estar muy atentos… Juankar Cardesín tiene la capacidad, la finura, la sensibilidad y el arrojo para hacérnoslas visibles a través de sus impresionantes dibujos y pinturas, sólo necesitas tu tiempo y tu quietud y ya dispones de algo en tu mano para anudar tu propio hilo con el que atravesar el inevitable laberinto."

lunes, 14 de mayo de 2012

Una cáscara



No soy yo la que camina.
Soy una cáscara que caerá
y me fundiré con la tierra.

La semilla germinará
en un tiempo paralelo,
cuando me desprenda,
se desplegará.

Será encina, haya o roble
Será membrillo, rosal o tubérculo
Será ortiga, cardo o amapola
o la flor diminuta Nomeolvides.

El fruto está plegado en lo profundo.
Sumergirse para soltar el broche cifrado
y al fin, desprender y caer,
ello busca el aire y verá la luz.

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