Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

sábado, 22 de enero de 2011

Más allá de los sentidos, sentir, presentir ...

"... La ciencia nos ha enseñado que la mayor parte del cosmos resulta imperceptible para los reducidos anchos de banda de energía de los que disponen nuestros sentidos. Por lo tanto, les corresponde a nuestras mentes y a nuestros corazones revelar su verdadera naturaleza. Este es uno de los cometidos más importantes de un ser humano.

Se nos da un corto periodo de vida y un conocimiento individualizado y limitado con el que tenemos que abarcar el mundo entero. Hay tres grandes reservas de la humanidad que debemos superar: lo No nacido, lo Vivo y lo Muerto. De estas tres reservas, la primera y la última son eternas y solo la segunda, lo Vivo, nuestra época, es finita. Esa es la razón por la cual el tiempo que pasamos juntos es tan valioso. Cualquiera que haya nacido en este mundo ha sufrido pérdidas y ha experimentado dolor, así como júbilo y éxtasis, pero la naturaleza de estas sensaciones y emociones, al igual que otras muchas, cambia a lo largo de toda una vida. Este continuo proceso de cambio y transformación es el que permite el crecimiento interior de un ser humano. Es la razón por la cual a veces necesitamos "cambiar nuestras ideas". También es la razón por la cual la fotografía nunca puede detener el tiempo y por la cual todas las grandes obras de arte poseen su propiedad más misteriosa, la capacidad de seguir siendo unas percepciones frescas y nuevas a pesar de que hayan pasado decenas, cientos o miles de años desde que se realizaron.

A lo largo de la historia, la mayoría de las creaciones de la humanidad, lo que en la época moderna denominamos "Arte", se han hecho por motivos intangibles o espirituales, es decir, un diálogo con las inefables fuerzas que no están limitadas por el tiempo y el espacio. Ananda Coomaraswamy, el gran historiador del arte y filósofo del siglo XX, afirmó: "Todo el arte representa cosas invisibles". William Blake nos enseñó cómo podíamos descubrir "la eternidad en un grano de arena y la infinidad en una hora". Edvard Munch, el artista de finales del siglo XIX que pintó El grito, reconoció inteligentemente que "la cámara nunca superará al pincel mientras no se pueda llevar al Cielo y al Infierno".


Bill Viola, en el reportaje de hoy en EL PAÍS, http://www.elpais.com/articulo/portada/busca/alma/tecnologia/elpepuculbab/20110122elpbabpor_17/Tes

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