“La
belleza sin profundidad simbólica resulta en simple ornamento; el símbolo sin
la belleza lleva al psicoanálisis. Sólo cuando se dan los dos juntos se puede
hablar de arte. Las obras que combinan ambos elementos con mayor fuerza se
califican como clásicas. En su magistral libro The Analogical
Imagination, el
teólogo David Tracy define la obra clásica como aquella que siempre contiene “un
exceso de significado”. Decimos que los clásicos son “intemporales” –escribe-
no porque no pertenezcan al tiempo, sino porque pertenecen a todo momento, son
siempre oportunos; su relevancia no decae jamás, y cada generación, cada nuevo
receptor de la obra, la reinterpreta como algo nuevo. Según Tracy, sabemos que
estamos ante un clásico cuando la obra hace que nos demos cuenta de que nuestra
visión general de la vida no es tan completa como pensábamos, que “las cosas
quizá sean de otra manera””.
Del libro
VINDICACIÓN DEL ARTE EN LA ERA DEL ARTIFICIO de J.F. MARTEL (Ed. Atalanta)