Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.
Guillaume Apollinaire
martes, 31 de diciembre de 2013
lunes, 18 de noviembre de 2013
¿Nos vemos?
Un cerezo enfermo
caído de color
seco, contraído
me detengo
palpo sus ramas
veo su ahogo,
¿Él me ve?
Nosotros enfermos
caídos de color
abandonados
extendemos la mano o la negamos
nos mostramos o nos ocultamos,
¿Alguien nos ve?
¿Alguien se acerca y nos acaricia?
probablemente sí,
darnos cuenta
es nuestra búsqueda.
.
caído de color
seco, contraído
me detengo
palpo sus ramas
veo su ahogo,
¿Él me ve?
Nosotros enfermos
caídos de color
abandonados
extendemos la mano o la negamos
nos mostramos o nos ocultamos,
¿Alguien nos ve?
¿Alguien se acerca y nos acaricia?
probablemente sí,
darnos cuenta
es nuestra búsqueda.
.
domingo, 27 de octubre de 2013
sábado, 26 de octubre de 2013
'La ascensión al Monte Ventoux'
“Un día del año 1336, el poeta italiano Francesco Petrarca hizo algo que nunca antes había hecho nadie: escalar una montaña para contemplar las vistas.
Obviamente, otros habían escalado montañas, pero siempre por algún motivo práctico, Aníbal cruzó los Alpes para atacar Roma, y Moisés subió al Sinaí para recibir las tablas de la ley de Jehobá. Y miles, o tal vez millones, de personas anónimas debieron de abrirse paso por cimas inhóspitas por incontables razones: en busca de alimento, huyendo del azote de bandidos o para encontrar nuevas tierras de pastoreo. Pero, con anterioridad a Petrarca, nadie se había tomado la molestia de ascender a una cumbre desalentadora y peligrosa por lo que llamaríamos simples motivos estéticos. Al menos no disponemos de ningún testimonio de ello precedente al suyo.
…, todavía en el siglo XVIII se evitaban en lo posible las montañas y demás paisajes agrestes, que hoy son tan codiciados por quienes buscan el placer de relajarse. La idea de escalar algo más complicado que una loma habría provocado las quejas del doctor Johnson y de cualquiera, hasta que Wordsworth y Coleridge lo popularizaron como pasatiempo. Aunque nos cueste imaginarlo, algo que para nosotros es tan ‘obvio’ como el deleite de ‘contemplar las vistas’ desde algún punto era, en tiempos de Petrarca, algo totalmente desconocido. Ponerse en peligro para hacerlo se consideraba una locura, o algo peor. Para algunas mentalidades, era algo demoníaco.
En una
carta que dirigió al profesor agustino de teología Francesco Dionigi di Borgo
San Sepolcro, Petrarca, que entonces contaba treinta y dos años, describía su
histórica e inaudita excursión. Había elegido el formidable monte Ventoux, un
impresionante pico francés situado al nordeste de Aviñón, donde el Ródano
separa los Alpes franceses de las Cevenas. Cerca se encuentra la principal
cordillera del centro de Francia, y la zona que rodea al propio monte Ventoux
tiene una gran carga histórica y esotérica. Trovadores, albigenses y cátaros
florecieron en esta zona, proporcionando al paisaje una afinidad con las ideas
gnósticas sobre la superioridad del autoconocimiento y la experiencia respecto de
la ignorancia y la fe ciega. Se desconoce si Petrarca tenía esto en mente
cuando realizó su ascensión, pero su relato deja claro que creía que, en cierto
modo, había transgredido la ley,
tanto de la Naturaleza como de Dios. Él sabe que lo que ha hecho lo distingue
de los demás hombres. La idea de escalar la montaña lo ha acechado durante
años, desde que era niño; era una especie de sueño secreto que agitaba su alma.
Cuando al fin lo ha hecho, está aterrado.
‘Ayer’, le
cuenta Petrarca a su amigo el profesor, ‘subí a la montaña más alta de nuestra
región, motivado únicamente por el deseo de experimentar su afamada altitud. Hacía
años que llevaba esto en mi alma y, como bien sabes, he deambulado por esta región
desde mi infancia.’ Siempre había tenido esa montaña a la vista, le explicaba
al profesor, y su deseo fue creciendo cada día hasta volverse tan intenso que
decidió darle salida.
Junto con
su hermano Gerardo, que lo acompañaba, Petrarca conoció a un viejo pastor por
el camino. Cuando lo informó de adónde se dirigían, éste, ‘con un torrente de
palabras, trató de disuadirnos, diciendo que nunca había oído de nadie que se
arriesgase en esa aventura’. Petrarca ignoró las advertencias del anciano, si
bien, a medida que empezaba a ascender, algún presentimiento debió de hacer
mella en su determinación. ‘Mientras continuaba subiendo, me alentaba a mí
mismo pensando que lo que hoy experimento redundaría en mi beneficio, así como
en el de muchos otros que aspiran a
la vida bienaventurada.’
Según
trasluce claramente en su carta, cuando Petrarca alcanzó la cima sufrió algún
tipo de conmoción emocional y psíquica. El texto se torna exaltado: los tiempos
verbales cambian y el lenguaje es más agitado; parece que el solo recuerdo de
su experiencia basta para que su consciencia se suma en la confusión y el
desorden. Un viento ‘desacostumbrado’ sopla a su alrededor, y Gerardo y él
deben resistir contra su fuerza. Pero más que ese viento potente, lo que
atemoriza a Petrarca con su majestad sublime es el espacio hasta entonces nunca visto que se abre a su alrededor. Lo
hechizan las ‘grandes vistas que mudan libremente’. Su inquietante extensión lo
impresiona, y se queda ‘inmediatamente atemorizado’.
Miré a mi alrededor: las nubes
estaban bajo mis pies […]. Después dirigí mi mirada hacia Italia […]. Suspiré a
la vista del cielo de Italia […]. Luego me volví hacia occidente. Mis ojos
buscaron en vano los Pirineos, la frontera entre Francia y España […]; en
cambio se veían con toda claridad la montañas de la provincia de Lyon a la
derecha, y a la izquierda el Mediterráneo que baña Marsella y Aigues-Mortes. Aunque
su distancia es considerable, nuestros ojos podían divisar el Ródano.
En aquel preciso momento, Petrarca experimenta lo que para
él es una sincronicidad profunda. Arrebatado por la visión del espacio que se
extiende ante él, sintiendo –acertadamente, como veremos- que ha abierto la
puerta a otro mundo, busca algún sostén
y toma su ejemplar de las Confesiones
de San Agustín. Abre el libro al azar, posa su mirada en un pasaje y lee: ‘Van
admirando los hombres los altos montes, las olas del mar, la larga trayectoria
de los ríos, la inmensidad del océano, la revolución de los astros, pero no
tienen la más mínima preocupación hacia ellos mismos’.
Fue como si
las Moiras le pusieran los puntos sobre las íes: lo que estás haciendo, Petrarca,
no es algo casual, le decían. Tiene una dimensión profunda, tal vez incluso cósmica.
Después de esto, las cosas serán diferentes.
[…]
… No sólo era una locura, como sin duda pensaron los
contemporáneos de Petrarca; era algo más que eso, pues se había dado el primer
paso hacia una nueva comprensión del mundo completamente nueva. Compresión que
nosotros aceptamos sin pestañear y que damos por sobreen tendida, pero que, como
gran parte de nuestra experiencia, es de hecho el resultado de un profundo
cambio en la consciencia humana, tan radical que la palabra ‘evolución’ no
resulta del todo exacta para designarlo. ‘Mutación’ sería más preciso. Se trata
en este caso de la mutación desde el mundo plano, bidimensional e ‘incrustado’
de la Edad Media al mundo que hoy experimentamos a diario: el mundo de la
distancia, del espacio ‘vacío’, de los ‘puntos de fuga’ y los horizontes que se
alejan. Es decir, el mundo de la perspectiva.
Éste fue el verdadero comienzo de la ‘era espacial’, y no la puesta en órbita
del satélite Sputnik en 1957. “
‘Una historia secreta de la consciencia’ de GARY LACHMAN
(Ed. Atalanta)
sábado, 5 de octubre de 2013
martes, 24 de septiembre de 2013
Polvo
Él todavía es
viento
Ha de ser ola y
luego, fuego
Modelarse en tierra
Y quizás para entonces
yo sea piedra
o polvo
mas polvo huracanado.
.
viernes, 13 de septiembre de 2013
'Ver'
“… Y el arte ‘propio’, para Joyce, tanto con respecto a la materia sensible como a lo inteligible, reside en la percepción estética desinteresada, en la aprehensión, en lo sentido, mientras que el arte ‘impropio’ es el que está al servicio de intereses distintos de la estética…, como puede ser la ética, la economía, la sociología o la política.
Hay dos tipos de arte impropio: el que despierta el
deseo del objeto representado y el que suscita la aversión o el miedo al
objeto. Al arte que despierta el deseo, Joyce lo llama pornografía. En este
sentido, todo el arte publicitario es pornográfico, ya que está destinado a
promover en el espectador el deseo de poseer de alguna manera el objeto
representado. El retrato es pornográfico si no expresa otra cosa que la
similitud, si su objetivo es evocar en la mente la persona (o el animal)
representado, en lugar de atraer la vista y el sentimiento hacia la pintura en
sí misma, dentro de los límites del marco en que se presenta. De la misma
manera, un paisaje que sólo sea de interés como anuncio o recuerdo de un
determinado lugar, en vez de presentarse como una disposición estéticamente
atractiva de la materia sensible que es su objeto dentro de los límites de la
representación, es, a los ojos de Joyce, pornográfico. […]
Al arte que
suscita aversión o miedo, Joyce lo llama didáctico. La sátira, el retrato irónico
o burlesco y la crítica social son didácticos y, por lo tanto, desde la
perspectiva de Joyce, arte impropio. Tanto el arte fascista como el marxista
son, desde luego, didácticos, deliberadamente; pero en Europa y también en
Norteamérica, desde la época de Émile Zola (1840-1902), la didáctica sociopolítica
ha empezado a considerarse en muchos ámbitos como la única justificación del
arte, que de otro modo se tiene por ‘escapista’ o encerrado en su propia ‘torre
de marfil’.
Todo arte ‘impropio’,
ya sea pornográfico o didáctico, mueve al espectador, o, al menos, se propone
moverlo, a la acción, ya sea con una actitud de deseo o de miedo o repugnancia
hacia el objeto. Lo acerca o lo aleja de él, por lo que Joyce lo califica de cinético (del griego kinetikos, de kinein, ‘mover’); por el
contrario el arte ‘propio’ es estático (en griego, statikos, ‘que genera quietud’). Hablamos, por ejemplo, de un ‘arrebato’ o una ‘parálisis
estética’; una situación que no induce a ningún tipo de movimiento, sino a una
detención en la contemplación y el goce (estético). En palabras de Joyce: ‘La
mente se detiene y se eleva por encima del deseo y la aversión’.
Es esta
elevación de la mente y, con ella, del ojo que contempla, por encima del deseo
y la aversión, del deseo y del miedo, lo que asemeja a la vía del arte y al
artista con el místico. Sin esa transformación que es a la vez de la conciencia
y de la visión, no puede atravesarse el umbral al reino del arte. Las técnicas
por sí solas no sólo son inútiles sino que pueden descarriar incluso al artista
dotado de talento; así como, en la vía del misticismo, la adquisición de
poderes psicofisiológicos impresionantes mediante el ejercicio del yoga puede
llegar a ser causa de extravío del practicante. Lo advierten muchas leyendas
indias, que hablan de demonios que a fuerza de su extrema perseverancia,
alcanzaron a través del yoga tan extraordinarios poderes (siddhi), que pudieron incluso destronar a los dioses y adquirir el
control del universo. […] De manera
parecida, el efecto que ha tenido sobre la mentalidad popular en el mundo
actual el persistente didactismo sociopolítico de los medios de comunicación,
en combinación con la publicidad pornográfica (a la manera de los dirigentes de
la decadente Roma, cuando ofrecían a su población ‘pan y circo’, panen et circenses), ha sido desatar los
Jinetes del Apocalipsis a escala planetaria en el siglo XX (Apocalipsis 6:
1-8). ¿Qué estallido del espíritu hará falta ahora para reducir a la nada al
monstruo de mil cabezas que nos asuela?
Ha de ser
un estallido silencioso que, además, no generará su efecto sobre todos nosotros
de una sola vez. De hecho, las condiciones para su aparición ya están dadas. …”
‘Las Extensiones interiores del
espacio exterior’ JOSEPH CAMPBELL (Ed. Atalanta)
jueves, 29 de agosto de 2013
Vivir
Me quedé dormida unos segundos
y soñé vivir unos minutos.
Duermo unas horas
y vivo días.
Quiero dormir días enteros
para vivir…
Dormiré para siempre
Viviré por siempre
.
miércoles, 21 de agosto de 2013
martes, 13 de agosto de 2013
martes, 6 de agosto de 2013
domingo, 4 de agosto de 2013
Planeta Tierra
El planeta Tierra
se ha perdido
en una galaxia
que llaman Vía Láctea.
Todos sus habitantes
andan aturdidos,
unos lo saben
otros no,
todos son granos de arena
en un desierto.
Algunos lanzan bengalas
a ver si alguien los rescata
pero nadie responde,
van pasando siglos, eones
(o quizás, sólo es un instante fugaz y eterno).
La locura está extendida
entre la población,
los pocos cuerdos
callan a riesgo
de que los tomen por locos.
Aunque, quién sabe
qué es cordura, qué es locura,
….
viernes, 2 de agosto de 2013
sábado, 13 de julio de 2013
El viento
436
El
viento llamó con golpecitos,
como
un hombre cansado.
Y,
como una anfitriona, yo
contesté
resuelta –Entra-.
Entró
entonces en mi habitación.
Un
veloz convidado, sin pies,
a
quien ofrecer una silla
era
tan imposible
como
ofrecer un sofá al aire.
No
tenía huesos que lo sostuvieran.
Su
hablar era como la arremetida
de
numerosos colibríes a la vez,
desde
un fabuloso arbolillo.
Su
apariencia, la de una ola.
Sus
dedos, al pasar,
producían
una música, como melodías
que
salían trémulas de un cristal.
Hizo
la visita, también revoloteando;
luego,
como un hombre tímido,
dio
de nuevo unos golpecitos, de forma presurosa;
y
yo me quedé sola.
EMILY
DICKINSON
(Traduccción
de Enrique Goicolea)
domingo, 7 de julio de 2013
domingo, 9 de junio de 2013
No para de llover
No
para de llover
Se
acercan nubes
y más
nubes
todas
oscuras
todas
grises
No
para de llover
Ellas
nos observan:
se
empapan de
nuestros
malos humos
nuestra
negrura
No
para de llover
Nuestras
asfixiadas lágrimas
se
hacen gigantes
y alcanzan
las nubes,
ellas
las acogen
No
para de llover
miércoles, 29 de mayo de 2013
Un modo sutil de conocer
La
imagen del corazón –l’immágine del cuor-
era una idea importante en la obra de Miguel Ángel, que estaba muy influido por
la tradición platónica. Imaginar con el corazón hace referencia a un modo de
percepción que atraviesa nombres y apariencias físicas hasta llegar a una
imagen interior personificada, desde el corazón hasta el corazón. Cuando Miguel
Ángel retrató a Lorenzo y Julián de Médicis en la sacristía de San Lorenzo, los
rasgos que plasmó no eran naturales, no eran como aparecían en la realidad,
sino que estaban transfigurados para que se ajustaran a la verdadera imagen de
sus personas en el corazón. Mientras que el Renacimiento científico (Bacon y
Galileo) insistía en la primacía de la percepción sensible, la immágine del cuor de Miguel Ángel
implicaba que la percepción es secundaria
a la imaginación. Al imaginar más allá de lo que ven los ojos, aunque a
través de ellos, la imaginación concibe imágenes primordiales. Y éstas se
presentan a sí mismas bajo formas personificadas.
Más
cerca de nuestro tiempo, otro mediterráneo, Miguel de Unamuno, volvió a la
relación entre corazón e imágenes personificadas y explicó la necesaria interdependencia
del amor y la personificación:
“Para
amarlo todo, para compadecerlo todo, humano y extrahumano, viviente y no
viviente, es menester que lo sientas todo dentro de ti mismo, que lo
personalices todo. Porque el amor personaliza todo cuanto ama, todo cuanto
compadece. Sólo compadecemos, es decir, amamos, lo que nos es semejante, y en
cuanto nos lo es, y en tanto más cuanto más se nos asemeja, y así crece nuestra
compasión, y con ella nuestro amor a las cosas a medida que descubrimos las
semejanzas que con nosotros tienen. (…) El amor personaliza cuanto ama. Sólo
cabe enamorarse de una idea personalizándola.”
Y
concluye diciendo: “El sentimiento del mundo, sobre el que se funda la
comprensión de él, es necesariamente antropomórfico y mitopeico”. Amar es una
forma de conocer, y, para conocer, el amor tiene que personificar. Personificar
es, pues, una forma de conocer, especialmente aquello que es invisible y está
oculto en el corazón.
Desde
esta perspectiva, personificar no es un modo menor y primitivo de aprehender,
sino uno más sutil. Constituye en la teoría psicológica el intento de darle
corazón al método y de devolver los pensamientos abstractos y la materia muerta
a su configuración humana. Dado que personificar es una epistemología del corazón,
una manera intelectual de sentir, hacemos mal en considerarlo como un proceso
mental arcaico e inferior, apto sólo para aquellos a quienes les está permitido
el lenguaje emotivo y la lógica afectiva: niños, locos, poetas y primitivos. El
método en psicología no debe poner obstáculos al amor, y somos unos insensatos
al calificar de inferiores los medios que el amor mismo emplea para comprender.
'Re-imaginar la Psicología' JAMES HILLMAN (Ed. Siruela)
jueves, 23 de mayo de 2013
Bocetos
grafito s/papel (21 x 29 cms)
lápices de colores s/papel (21 x 29 cms)
grafito y lápices de colores s/papel (21 x 29 cms)
martes, 21 de mayo de 2013
Para el Aire
Ya lo dijo el profeta:
“He visto todo lo que se hace
bajo el sol, y todo es vanidad
e intentos de atrapar el viento”
Calladamente,
comenzando el descenso
descubres que el viento
te rodea
te alza,
casi vuelas
… o te tira.
Vuelve,
te arremolina
y te levanta,
te empuja,
luego te detiene,
se aleja,
y te abandona…
…
en la noche
empiezas a extinguirte
y suplicas:
Aire, Aire
Aireando
Aireando
te acercas,
no te veo
pero lo dicen
las ramas y las hojas
de los árboles,
hablan de ti las nubes
y te deslizas en mi piel.
Por las mañanas
me alientas
y en la noche
acaricias
mi inquietud.
Aire ando
Aire ando
me entrego al ir y venir
en este océano de viento,
ya me arrojo a ciegas
confiando siempre
en tu cálida corriente.
.
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