Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

martes, 8 de febrero de 2011

El gran Modigliani


El alfabeto de amor en Modigliani

"Las fotografías muestran a un hombre que se corresponde con la lacónica descripción que él mismo nos ofrece de su persona: nacido en Livorno, judío, pintor. Triste, vitalista, irascible y tierno; un hombre que nunca llega a llenar su propia figura, un hombre que busca detrás de las apariencias. Un hombre que pintaba ojos que no pueden ver (a menudo cerrados y, aun en el caso de estar abiertos, sin iris o pupilas); unos ojos, no obstante, elocuentes por su misma ausencia. Un hombre a cuya intimidad sólo podía accederse atravesando grandes distancias. Un hombre, tal vez, semejante a la música: presente y, sin embargo, separado de lo visible. Y, pese a todo, pintor.
Junto con Van Gogh, Modigliani es probablemente uno de los artistas modernos más contemplados. Y digo contemplados en el sentido literal: más mirados por el mayor número de personas. ¿Cuántas paredes tendrán en este momento pegadas postales con cuadros de Modigliani? Atrae en particular, pero no exclusivamente, a los jóvenes. A los jóvenes de una generación tras otra.
Esta fama popular no ha sido fomentada por los museos o los entendidos. Durante los últimos cuarenta años, la figura de Amadeo Modigliani, que murió hace sesenta años, ha sido reconocida y en gran medida dejada de lado por el mundo del arte. En este sentido, se podría decir incluso que Modigliani es el único pintor del siglo XX que ha conseguido un reconocimiento independiente. Al margen de los minoristas de la cultura. Fuera del alcance de los críticos.
En sí mismas, sus pinturas requieren poca explicación. En realidad, imponen una suerte de silencio, un deseo de escuchar….

En la historia del arte existen unos retratos que anuncian a los hombres y mujeres retratados: Holbein, Velázquez, Manet,…, y hay otros que los evocan: Fra Angélico, Goya, Modigliani, entre otros. El especial atractivo de Modigliani está seguramente relacionado con su propios medios pictóricos. No con los procedimientos técnicos como tales, sino con el método por el cual su visión transformaba lo visible. Toda pintura transforma incluso la hiperrealista.

… A diferencia de muchos artistas, Modigliani empezaba con una simplificación, y el acto de dibujar era el proceso de dejar que la forma viva la hiciera más compleja. En sus obras maestras, como Un Assis à la Chemise (1917), Elvira Assise (1918), La Belle Romaine (1917) o Chaim Soutine (1916), la dialéctica entre la simplificación y la complejidad llega a hipnotizar al espectador: lo que ven nuestros ojos oscila incesantemente, como un péndulo, entre las dos.
… ¿qué podemos decir de su color? Los colores de Modigliani son tan reconocibles a primera vista como su uso de las líneas y las curvas. E igualmente sorprendentes. Nadie durante los dos siglos anteriores, por lo menos, había pintado una carne tan radiante como la de las figuras de Modigliani. Pero cuando uno lo compara mentalmente con Tiziano o Rubens, se ve claramente aquello que es específico a su uso del color. Es complementario a lo que ya hemos observado a propósito de su método de dibujo.

Quería que sus pinturas se dirigieran a la carne y al alma. Y esto es lo que logró en sus mejores obras, no mediante la nostalgia o el anhelo, sino mediante su método pictórico.
Sus cuadros son tan extensamente aclamados porque hablan del amor. Un amor que unas veces es explícitamente sexual, y otras no. Muchos artistas han pintado imágenes de los seres queridos; otros, como Picasso, han pintado imágenes polarizadas por sus propios deseos, pero Modigliani pintó imágenes como las que inventa el amor para representar a la persona amada. (Cuando no había ternura entre él y el modelo o la modelo, no lo consiguió, y el resultado es un mero ejercicio.)

Un ser querido es también singular, diferenciado, único. Cuanto mejor acertamos a definir, al margen de todo valor dado, más íntimamente amamos. El perfil finito demuestra su opuesto: la emoción infinita provocada por lo que contiene. Ésta es la razón más profunda del frecuente alargamiento que sufren los rostros y figuras pintados por Modigliani. Ese alargamiento es el resultado de la definición más precisa posible, de querer llegar más cerca.

No estoy intentando sugerir que todo el secreto del arte de Modigliani o de lo que dicen su pinturas es idéntico al secreto de estar enamorado, pero ambos tienen algo en común. Y puede que sea esto lo que se les escapa a los historiadores del arte, pero no a quienes han pegado postales con pinturas de Modigliani en las paredes de sus cuartos."


"El sentido de la vista" John Berger

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