Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuento de invierno

Juan es un hombre serio, tímido, hosco. De adolescente tuvo una novia poco expresiva, que le decía 'jo, no me quieres', ella tampoco era cariñosa. Luego se casó con una mujer simpática y muy habladora, todo lo decía ella, luego a solas, tampoco le abrazaba ni besaba, ella esperaba a que lo hiciera él, que sólo pudo hacerlo el primer día después de un esfuerzo casi inhumano y alguna copa. Las noches fueron pasando. Y los días también. Se separaron. Lleva ya veinte años solo. Trabaja en la forja del hierro, le gusta, sobre todo ver el color del hierro incandescente y el calor.

Un día se encontró con una mujer que desde hacía tiempo se miraban, se habían saludado en el súper algún que otro momento y por fin se decidieron a tomar un café. Después de un buen rato hablando la mujer, algo cansada pero muy amable, le dijo medio en broma algo así: volverás a la vida, nacerás como varón o mujer, no lo sé, pero serás un bebé muy llorón porque necesitarás muchos abrazos, muchos besos y muchos achuchones de todos los que te rodeen para que vuelvas a vivir.

Esa noche acompañó a la mujer a su casa, se dieron los teléfonos. Luego decidió ir a ver a su hermano y su único sobrino que había nacido hace un año, apenas lo veía y decían no paraba de llorar, los padres discutían porque la madre no podía callarlo, el padre tenía que trabajar muy temprano y no podía dormir, la madre dice que estaba harta, que necesitaba salir y tener vida propia, que le entraban ganas de tirar al niño por la ventana… Vio a su sobrino en su cuna, tieso, de pie agarrándose a los barrotes de la cuna, llorando. Su hermano preparando la cena y oyendo la radio, su cuñada nerviosa revisando cuentas, ‘déjalo, que se acostumbre cuanto antes a ser fuerte en esta vida, es bueno que llore, ensancha los pulmones, ya se cansará y se dormirá’ oyó que le decían.

Desde aquel día, al salir de la forja suele ir a casa de su hermano, cuando nadie le ve alza a su sobrino y lo abraza, lo besa y lo achucha. Cada día un poco más. Después se va a su casa.

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