Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

sábado, 26 de febrero de 2011

Corazón

“Hoy se sabe que la inteligencia está distribuida por todo el cuerpo y que hay maneras diferentes de pensar a las que hemos asumido como convencionales y basadas en el cerebro. El neurólogo Robert K. Cooper, en su excepcional libro El otro 90 por ciento, apunta: ‘Siempre que tenemos una experiencia, ésta no va directamente al cerebro para poder reflexionar sobre ella, sino que el primer lugar al que va es a las redes neurológicas de la región intestinal y del corazón’.
Has leído bien: ¡en el intestino y en el corazón hay neuronas o redes celulares que ejercen una función muy similar a la de las neuronas de nuestro cerebro!
Hoy ya se está hablando del ‘segundo cerebro’ (el del intestino) y del ‘tercer cerebro’ (el del corazón).
Los expertos que investigan sobre ello, especialmente Michael D. Gershon, de la Universidad de Columbia, afirman que en el conducto intestinal hay en torno a cien millones de neuronas, cifra superior a la que encontramos en la médula espinal. Lo más interesante es que este complejo circuito, aunque está conectado con el cerebro craneal, permite al intestino actuar independientemente, recordar, aprender e influir en nuestras percepciones y conductas.
Toda experiencia de vida crea lo que se ha dado en llamar un ‘sentimiento intestinal’: desde un leve hormigueo hasta un nudo en el estómago. Lo que ocurre es que la amplísima mayoría de la población no hemos sido educados para ponernos en contacto con ese sentimiento, y nuestro umbral de percepciones sólo se activa cuando la llamada de este segundo cerebro es muy fuerte.
El ‘tercer cerebro’ es el del corazón… ¡El corazón tiene cerebro! ¡Qué buena noticia! Está constituido por más de 40.000 células nerviosas unidas a una compleja red de neurotransmisores. El cerebro del corazón es tan grande como muchas áreas del cerebro craneal.
El campo electromagnético del corazón es el más poderoso del cuerpo. Es, de hecho, unas 5.000 veces mayor que el campo que genera el cerebro y es medible incluso a tres metros de distancia. Al igual que el cerebro del intestino, actúa independientemente, aprende, recuerda y tiene pautas propias de respuesta a la vida.
Lo interesante, además, es que dispone de habilidades hasta ahora intuidas, pero todavía no demostradas científicamente. Las corazonadas, las fuertes intuiciones que se revelan como realidades ciertas, se generan en el corazón.
Hoy ya es reconocido por la inteligencia convencional occidental lo que se sabía hace miles de años por las técnicas de meditación orientales: que el ritmo del corazón (del cerebro del corazón) puede alterar la efectividad del pensamiento cerebral. De alguna manera, el corazón, más que la cabeza, es el principal protagonista de lo que vivimos.
Diversos autores que han profundizado en el estudio de este ‘tercer cerebro’ sostienen que el ingenio, la iniciativa y la intuición nacen de él: este cerebro está más abierto a la vida y busca activamente una comprensión nueva e intuitiva de lo que más le importa a la persona en la vida.”


de ‘La Brújula Interior’ de Álex Rovira


Todos llevamos corazón a medias

Unos van con el corazón escondido
para los demás y para ellos mismos.

Otros dejaron el corazón enterrado
y han olvidado dónde.

Otros van con el corazón al aire,
mostrando sus heridas,
por si acaso así nos los hieren más.

Otros caminan dando puñetazos
porque llevan el corazón acorazado
y no sienten ni cuando dan
ni cuando reciben.

Hay quienes desconectaron de su corazón
hace tiempo.

Y quienes no pueden desconectarse
y a veces se ahogan de tanto sentir.

Pero dicen que los corazones no se rompen del todo,
siempre queda la mitad de la mitad,
y dice el poeta que si extiendes tu mano
y encuentras otra mano
que aprieta la tuya y te lleva,
resucita el pálpito.

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