Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.

Guillaume Apollinaire

viernes, 11 de marzo de 2011

Algo ligero

Noticia del Publico.es, NUÑO DOMÍNGUEZ Madrid 09/03/2011

Cambios genéticos hicieron al hombre perder las espinas del pene

Un estudio aporta un catálogo de ADN que ayudó al hombre a perder las púas y posiblemente a desarrollar un cerebro más grande

El pene del hombre debería tener púas. Sus parientes vivos más cercanos en el árbol de la vida, los chimpancés, tienen espinas en el falo. De hecho, los miembros erizados han sido un rasgo compartido por ratones, perros, gatos y muchos otros mamíferos durante miles de años de evolución, aunque no se ha podido demostrar para qué sirven esos pinchos, ni por qué el hombre los perdió.
Ahora, un estudio aporta un catálogo de ADN perdido durante la evolución que ayudó al ser humano a deshacerse de los pinchos y desarrollar un cerebro más grande. “El hombre perdió sus púas en algún momento entre su divergencia con los chimpancés, hace seis millones de años, y antes de 600.000 años atrás, cuando nuestro linaje se separó de los neandertales”, explica David Kingsley, uno de los investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) que detalla hoy en Nature las razones de esa pérdida.La respuesta está donde menos se la esperaba. Yace en regiones del genoma antes conocidas como ADN basura y que hasta hace poco parecían no tener ninguna función. Sin embargo, el estudio destapa más de 500 de estas regiones que están presentes en chimpancés, pero no en humanos.
Esto incluye también a los neandertales, cuyo genoma se ha estudiado en este trabajo junto al de humanos modernos y chimpancés. El trabajo demuestra que las regiones perdidas tienen importantes funciones. “Los neandertales parecen haber perdido los mismos interruptores genéticos que nosotros, por lo que tampoco tenían espinas en el pene”, asegura Kingsley, aportando una prueba más de lo parecidos que eran los neandertales, hoy extintos, y los humanos modernos.
De hecho, la similitud genital de estas especies habría facilitado su cruce, demostrado recientemente por otros estudios, apunta el investigador.
Hay muchas teorías sobre los beneficios del falo espinoso. La púas ayudarían a asegurar la cópula, a retirar tapones de fluidos dejados por otros machos en la vagina de las hembras para dificultar su acceso o, incluso, para arrancar parte de la piel y reducir la capacidad reproductiva tras una coyunda exitosa. En todos los casos tienen que ver con una intensa lucha física de los machos por una sola hembra fértil, un escenario que, según los autores, no se corresponde con el humano. De hecho, sugieren que la ausencia de púas ayudó a que las cópulas humanas fuesen más largas.
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(Menos mal que vamos mejorando)

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