Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Venid hasta el borde.
No, que caeremos.
Se acercaron al borde.
Los empujó, y volaron.
Guillaume Apollinaire
martes, 21 de mayo de 2013
Para el Aire
Ya lo dijo el profeta:
“He visto todo lo que se hace
bajo el sol, y todo es vanidad
e intentos de atrapar el viento”
Calladamente,
comenzando el descenso
descubres que el viento
te rodea
te alza,
casi vuelas
… o te tira.
Vuelve,
te arremolina
y te levanta,
te empuja,
luego te detiene,
se aleja,
y te abandona…
…
en la noche
empiezas a extinguirte
y suplicas:
Aire, Aire
Aireando
Aireando
te acercas,
no te veo
pero lo dicen
las ramas y las hojas
de los árboles,
hablan de ti las nubes
y te deslizas en mi piel.
Por las mañanas
me alientas
y en la noche
acaricias
mi inquietud.
Aire ando
Aire ando
me entrego al ir y venir
en este océano de viento,
ya me arrojo a ciegas
confiando siempre
en tu cálida corriente.
.
lunes, 13 de mayo de 2013
martes, 7 de mayo de 2013
domingo, 5 de mayo de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
'hacer lo correcto'
“…
La conciencia es un producto de la cultura judeocristiana. Pertenece a la idea
de la moralidad y, más adelante, al superego freudiano: la voz de los padres,
la Iglesia, el Estado o cualquier institución social que establece qué es
correcto y qué no lo es. Pero el daimon no es un moralista. De hecho, puede
oponerse a la conciencia, como cuando pensamos que debemos ‘hacer lo correcto’ –casarnos
con esa chica, aceptar el trabajo más seguro…- mientras el daimon nos susurra: ‘No
lo hagas. Te apartarán de tu verdadero yo y quedarás vacío y desconcertado’. Por
raro que parezca, hasta es posible pedirle a nuestro daimon que cumpla nuestros
deseos, por maléficos y ruines que sean; podemos apropiarnos del poder diamónico
para nuestros propios fines egoístas.
[…]
Aquellas
almas excepcionales que adquieren conciencia de sus dáimones, como le ocurrió a
Jung, tienen la satisfacción de culminar su propósito y, por lo tanto, su
verdadero yo. Pero eso no las hace inmunes al sufrimiento, pues, ¿quién sabe qué
páramos nos hará atravesar el daimon antes de que alcancemos la isla de los
bienaventurados? ¿Quién sabe qué luchas y heridas nos esperan –como a Jacob- en
manos de nuestro ángel? Nuestro daimon no nos enseña a buscar una cura para nuestros sufrimientos, sino
una forma sobrenatural de usarlos. ‘Me
costaba mucho convivir con mis ideas’, escribió Jung al final de su larga y fructífera
vida. ‘Llevaba un daimon dentro de mí […]. Me dominaba, y si a veces me mostré
implacable fue porque estaba en poder de un daimon […]. Las personas creativas
tienen poco poder sobre su propia vida. No son libres. Son esclavas y se rigen
por su daimon […]. El daimon de la creatividad pudo conmigo’.
Aunque
pueda resultar más difícil de apreciar, el daimon también está presente en
personas que no parecen tener nada excepcional. Tal vez no sea una llamada al éxito
o al encanto mundanos, ni a la grandeza o incluso la santidad, pero no deja de
ser una llamada a su carácter o
naturaleza. Todos conocemos a personas que llevan una vida en apariencia
rutinaria, que no han sido llamadas a tareas de excepción como la de poeta,
chamán o conquistador del universo, pero a las que vemos centradas, realizadas,
relajadas, interesadas, de buen humor, buenas.
Y parecen, además, felices. En griego, felicidad era eudaimonia, tener un buen daimon o complacido. No se trata de qué
hacen –pueden ser vendedores de zapatos o pastores-, sino de cómo lo hacen, con
qué arte, integridad y entusiasmo. Su vocación no radica en su trabajo sino en
su vida: en el bar, en la familia o en sus aficiones. En su vida imaginativa más
íntima. Es tan probable, o incluso más, que alcance la santidad la inadvertida
pero generosa madre de cinco hijos que un gran artista. Pues su llamada puede
ser el pasar inadvertida, ser lo más convencional posible, pero no de una forma
que la anule sino que le haga exaltar el valor de las pequeñas cosas –como hacer
la colada o conducir un coche-, sembrando la armonía, la colaboración y el
bienestar. Son personas de un atractivo antiheroísmo en una época en que lo
heroico suele oler a sospechoso: los constructores de imperios, los amasadores
de fortunas, el divismo de los artistas, los grandes triunfadores… Ninguna vida
es mediocre cuando se contempla desde el interior…”
‘La vida oculta del alma’ PATRICK HARPUR (Ed. Atalanta)
jueves, 25 de abril de 2013
Cielo o Tierra II
“Al
final de su cuarto volumen de Les
mythologiques, el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss concluye que si
existe una pareja de símbolos que encarne nuestra condición dual, ésa es la del
Cielo y la Tierra. Y es que casi todas la mitologías hablan de un tiempo en que
el mundo celeste yacía con este mundo; su separación fue la causa de todas
nuestras desdichas y su reencuentro es nuestro anhelo. El hieros gamos, o matrimonio sagrado, de Cielo y Tierra es un símbolo
de todos nuestros ansiados reencuentros de arriba a abajo en la escala del ser:
emoción e intelecto, materia y espíritu, cuerpo y alma, Uno y Múltiple,
masculino y femenino, humano y divino, libertad y determinismo: todas las
contradicciones de nuestra demediada existencia se enlazan maravillosamente en
la boda del alma y el espíritu, que mantiene nuestra dualidad en el corazón
mismo del Uno. La metáfora del matrimonio nos dice que el tópico también es
cierto: que aunque siempre seamos nosotros, sólo lo somos verdaderamente cuando
nos hallamos en otro, tal y como Dante y Beatriz se reflejaron en los ojos del
otro ante el altar resplandeciente del Amor.”
‘La Tradición oculta del alma’ PATRICK HARPUR (Ed. Atalanta)
martes, 23 de abril de 2013
viernes, 12 de abril de 2013
lunes, 1 de abril de 2013
Sobre la vida de las estrellas
“… Una estrella típica
como nuestro Sol empieza su vida como una gran bola de gas de hidrógeno difuso,
llamada ‘protoestrella’ y se contrae gradualmente bajo la fuerza de la
gravedad. Cuando empieza a colapsar, empieza asimismo a rotar rápidamente (lo
que a menudo lleva a la formación de un sistema de estrella doble, donde las
dos estrellas se persiguen en órbitas elípticas, o a la formación de planetas
en el plano de rotación de la estrella). El núcleo de la estrella también se
calienta de manera tremenda hasta que llega aproximadamente a 10 millones de
grados o más, y es cuando tiene lugar la fusión de hidrógeno para convertirlo
en helio.
Cuando la estrella se inflama, se llama ‘estrella de
secuencia principal’ y puede arder durante unos 10.000 millones de años,
convirtiendo lentamente su núcleo de hidrógeno en helio. Nuestro Sol está
actualmente a medio camino en este proceso. Una vez terminado el plazo de quema
del hidrógeno, la estrella empieza a quemar helio, momento en que se expande
enormemente hasta alcanzar el tamaño de la órbita de Marte y se convierte en
una ‘gigante roja’. Cuando el combustible de helio en el núcleo queda agotado,
las capas exteriores de la estrella se disipan y abandonan el propio núcleo, ‘una
enana blanca’ de dimensiones similares a las de la Tierra. Estrellas pequeñas
como nuestro Sol morirán en el espacio, como residuos de material nuclear
muerto, en forma de enanas blancas.
Pero en estrellas que tienen quizá de diez a cuarenta
veces la masa del Sol, el proceso de fusión se efectúa mucho más rápido. Cuando
la estrella se convierte en una supergigante roja, su núcleo fusiona rápidamente
los elementos más ligeros, por lo que parece una estrella híbrida, una enana
blanca dentro de una gigante roja. En esta enana blanca pueden crearse los elementos
más ligeros de la tabla periódica de elementos hasta el hierro. Cuando el
proceso de fusión alcanza la fase en que se crea el elemento hierro, no puede
extraerse más energía, por lo que el horno nuclear, después de miles de
millones de años, se apaga. En este punto, la estrella se colapsa abruptamente,
creando grandes presiones que empujan los electrones hacia los núcleos. (La densidad
puede exceder 400 mil millones de veces la densidad del agua.) Esto hace que
las temperaturas se eleven a millones de grados. La energía gravitacional
comprimida en este objeto pequeño explota hacia fuera en una supernova. El intenso
calor de este proceso hace que la fusión vuelva a empezar, y se sintetizan los
elementos más allá del hierro en la tabla periódica.
La supergigante roja Betelgeuse, por ejemplo, que puede
verse fácilmente en la constelación Orión, es inestable; puede explotar en
cualquier momento como una supernova, arrojando grandes cantidades de rayos
gamma y rayos X en su espacio circundante. Cuando eso ocurra, esta supernova
será visible durante el día y podría brillar más que la Luna por la noche. (En
otros tiempos se pensó que la titánica energía liberada por una supernova había
aniquilado a los dinosaurios hace 65 millones de años. Una supernova a unos
diez años luz de distancia podría, en realidad, terminar con toda la vida en la
Tierra. Afortunadamente, las estrellas gigantes Spica y Betelgeuse están a 260
y 430 años luz de distancia, respectivamente, demasiado lejos para causar un
daño demasiado serio a la Tierra cuando finalmente exploten. Pero algunos científicos
creen que hace 2 millones de años una extinción menor de criaturas marinas fue
causada por la explosión en forma de supernova de una estrella situada a 120
años luz.)
Eso también significa que nuestro Sol no es la verdadera ‘madre’
de la Tierra. Aunque muchos pueblos de la Tierra lo han adorado como un dios
que dio nacimiento a la Tierra, esto es sólo parcialmente correcto. Si bien la
Tierra fue creada originalmente por el Sol (como parte del plano eclíptico de
detritos y polvo que circulaba a su alrededor hace 4.500 millones de años),
nuestro Sol es apenas lo bastante caliente para fusionar el hidrógeno en helio.
Eso significa que nuestro verdadero ‘sol madre’ era en realidad una estrella o
colección de estrellas sin nombre que murió hace miles de millones de años en
una supernova, que después sembró nebulosas cercanas con los elementos
superiores más allá del hierro que forman nuestro cuerpo. Literalmente, nuestros
cuerpos están hechos de polvo de estrellas, de estrellas que murieron hace miles
de millones de años.”
‘Universos Paralelos’ MICHIO KAKU (Ed. Atalanta)
viernes, 29 de marzo de 2013
El monte y la nube
Ayer ví una nube
acercarse a un monte,
pasaba por allí
y el monte se giró
para seguir viéndola,
la nube al percatarse
se hizo la despistada
pero luego, desafió al viento
y se revolvió en su contra
acabando en la ladera del monte
que se aterremotó,
polvo y gas, gas y polvo
…
se confundieron…
la nube desapareció
y el pico del monte se alzó.
.
viernes, 22 de marzo de 2013
domingo, 17 de marzo de 2013
sábado, 9 de marzo de 2013
Exposición
'Caminos'
Exposición de Pintura de Mercedes Blanco
Hasta el 27 de marzo
Ateneo Riojano
Muro de Cervantes, 1 - 1º Logroño
“No soy capaz de copiar como un esclavo la naturaleza, sino que me siento apremiado a interpretarla y adaptarla al espíritu del cuadro. La totalidad de mis combinaciones cromáticas debe conducir hacia un acorde de color vivo, a una armonía similar a la musical.”
HENRI MATISSE
“… Cuando era joven el arte era una práctica
solitaria: no había galerías ni coleccionistas ni críticos ni dinero. Sin
embargo era una edad de oro, pues no teníamos nada que perder y sí toda una
vida que ganar. Hoy ya no es lo mismo. Es una época de inmensa abundancia de
actividad y de consumo. No me atrevo a aventurar cuál de las dos circunstancias
sea mejor para el arte. Sin embargo, sí se que muchos de los que se ven
impelidos a este modo de vida buscan desesperadamente bolsas de silencio en que
arraigar y crecer. Todos esperamos que las encuentren.”
MARK ROTHKO
(Fragmento del doctorado Honoris Causa por la Universidad de Yale, 1969)
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