Tus ojos
¡Ay mi niño! tú no lo sabes pero
tus ojos… son belleza,
imploro cada día para que siempre te acompañe.
Tus ojos… que no se enturbien ¡Díos mío!
que puedas atravesar el fiero inundante sin mancharse.
Tus ojos…son estrellas en la noche,
esa bendita y enorme curiosidad que emanan,
la chispeante y sana alegría que nos arroba
y esa acongojante pureza de tu inocencia
que me destroza y a la vez me salva.
Cómo ayudaros a descubrir
los colores infinitos de las flores diminutas
sin que os arrastre el ruido de los fatuos artificiales, creados
por los que sí nos dejamos caer el coraje y apagar la mirada.
No os dejéis engañar,
buscad la hoguera incandescente que da luz y calor,
cuidad que nunca se apague
vuestra curiosidad, la alegría y la inocencia.
Tus ojos, tus ojos…mi niño, tus ojos…
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