Quisiera llevarte
allí donde todo acaba,
donde no hay nada más.
Si pudiera llevarte al saliente
donde se escuchan los cantos ocultos a los hombres,
donde se contempla lo que todavía no se ve,
sentirías derretirte, algo te encoje
y a la vez te da coraje,
el viento te alza
y te lleva en volandas
hacia las nubes pintadas a brochazos
y a través de los cumulonimbos
desciendes por espirales de colores
que se transforman en velos de gasa
y se anudan a tu cintura para bailarte
en la danza perfumada por las flores de los tilos
en las noches de junio,
en las noches de verano
que soñaste y que son.
Si pudiera llevarte allí, al confín,
donde sueltas amarras,
caes, te hundes y asciendes
te conmueves y te serenas
para fundirte y ser, al fin.
.
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