"El acto único del artista por el que se puede cambiar la historia consiste precisamente en la expresión del misterio en virtud del cual tiene lugar el sacrificio de lo más querido, pero que a diferencia de las historias narradas en las tragedias antiguas, en donde el hijo querido se sacrifica cruentamente, ahora se convierte en un sacrificio interior, en un sacrificio del yo, o en los términos de Rothko en un sacrificio de la expresión de sí mismo. El yo debe eliminarse del proceso mediante el cual se da una comunicación entre el cuadro y un ser humano. El acto único de Abraham consistió en comprender que Yahvé no quería la sangre de Isaac, sino la renuncia de sí con la que empieza toda obra creadora. Se trata de un cambio de la mirada, que trasladado a la creatividad artística tiene una relevante significación en el orden no sólo de lo estético sino también de lo ascético. Rothko ya se había manifestado en varias ocasiones sobre este asunto:
'Nunca he pensado que pintar un cuadro tenga que ver con la expresión de uno mismo. Se trata de una comunicación acerca del mundo dirigida a otro. Si esta comunicación es convincente el mundo cambia. El mundo ya no fue el mismo después de Picasso y Miró. La suya fue una visión del mundo que transformó nuestra visión de las cosas. En arte, cualquier enseñanza acerca de la expresión de sí mismo es errónea y tiene que ver con terapia. Conocerse a sí mismo es válido si el yo puede quedar apartado del proceso. Pongo énfasis en esto, porque existe la idea de que el proceso de la auto-expresión tiene muchos valores en sí mismo. Pero producir una obra de arte es otra cosa y yo hablo de arte como un intercambio'.
Esa otra cosa que es el arte, en tanto que producción (techné), tenía que ver con el cambio de la mirada que el artista proporciona, aun no siendo él quien se expresa en tanto que sujeto. El artista es quien hace posible la aparición, la emergencia de la obra de arte, así como el diálogo con el espectador, el cual asiste al escenario de ese sacrificio individual que se da en todo acto creador. El artista crea el escenario y es su propio yo el que se sacrifica en él. El problema consiste en la credibilidad o la capacidad de convencer de ese cambio de mirada que ofrece el artista en tanto que profeta. La ambigua actitud de Rothko frente a su obra le hacía decir: “Quien quiera tener una experiencia de lo sagrado venga a ver mi obra, y quien quiera tener una experiencia profana venga también a verla”. Rothko no quiere destruir la diferencia entre lo sagrado y lo profano; ambas dimensiones forman parte del todo que sus cuadros expresan y por esta razón los sentimientos que se agolpan ante su obra son también de una enorme ambigüedad: una aparente calma se instala en quien los observa, pero con el tiempo es toda la violencia del sacrificio sintetizada en ellos la que se apodera de nosotros y nos arrastra a la compasión y los estados de emoción más exaltados:
'Sólo me interesa expresar las emociones humanas fundamentales, como la tragedia, el éxtasis, el destino…y el hecho de que mucha gente se derrumbe y se ponga a gritar cuando está delante de mis cuadros muestra que en ellos comunico emociones fundamentales… La gente que llora ante mis cuadros tiene la misma experiencia religiosa que yo tuve cuando los pinté.'
La experiencia religiosa a la que asistimos nos lleva a conmovernos al modo en que la pintura gótica nos deja en un estado de terror, primero, y paulatinamente nos va introduciendo en los misterios del dolor y la devoción. Todo ello puede acontecer en la medida en que el arte, como decía Rothko, muestra su cualidad táctil en consonancia con las emociones humanas. Lo que está en juego aquí no es sólo si el arte tiene una función curativa, sino más bien qué cabe entender por curación y salvación en el mismo contexto religioso."
'Sacrificio y creación en la pintura de Rothko' de Amador Vega Esquerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario