Esto que puede tener lugar a nivel individual debe darse también a nivel de pueblos y naciones. En Europa este proceso ha llegado a un punto en que el hombre está maduro para la conciencia integral. Esto mismo se puede decir de los pueblos de otros continentes en la medida en que han asimilado la cultura europea.
Sin embargo no se puede afirmar lo mismo de los pueblos que pertenecen a otras culturas. Pero esto no quiere decir que estén retrasados. Significa sólo que estos pueblos no se encuentran sumidos en una crisis tan profunda como los occidentales. No cabe duda que los pueblos del Lejano Oriente no se ven aún tan agobiados por el peso de una etapa racional en estado deficiente como lo están los pueblos de Europa. En Asia el hombre todavía vive conectado de alguna manera a la conciencia mágica y mítica, aunque en distinta medida según los casos. Ciertamente, en este punto, existen grandes diferencias según a qué clases sociales se pertenezca, especialmente en India. Japón es un caso aparte, pero a pesar de esto y bajo una apariencia contraria en la superficie, todavía sigue viva mucha más religiosidad popular de lo que uno quizás sospeche al contemplar el alto grado de desarrollo técnico, que nada tiene que envidiar a la técnica europea. A nivel de conciencia, a pesar de toda la técnica el elemento racional no ha llegado a crear aún el agobio que está causando en Occidente.
De ahí que el Lejano Oriente pueda realmente prestar una ayuda valiosa a los pueblos occidentales que buscan un camino para superar el pensamiento racional extremo y unilateral. Esto explica el hecho de que los métodos de meditación orientales encuentren hoy día tan buena acogida en Occidente. La humanidad tiene que llegar a la unidad, pero no a una unidad impuesta por la fuerza sino a una unidad tal que permita a cada cual desarrollarse libremente según su propia manera de ser. El intercambio a nivel de meditación puede contribuir a lograr esto.
La plena integración de la cuarta dimensión en la medida que le corresponde a la nueva conciencia no es posible más que donde hay alguien que esté maduro para ello. Esta madurez ofrece los siguientes rasgos: “El que ante dificultades, tensiones, luchas, desgracias, ha llegado a ser capaz de no culpar sólo a los demás y al mundo o a las circunstancias o casualidades sino que es capaz de buscar toda la razón o culpa ante todo en sí mismo, este seguramente también será capaz de comprender en profundidad el mundo entero y todas sus estructuras”
¿A dónde va el hombre? de HUGO-M. ENOMIYA-LASSALLE (escrito y editado en 1981)
No hay comentarios:
Publicar un comentario