No sé si estás o no estás.
No sé quién eres.
(Tú tampoco)
Te acercas y te vas.
Vives rodeado de nudos,
vives con tensos plásticos rodeándote,
tapándote, comprimiéndote,
queriendo desenmarañarte,
pero no oyes esa voz
porque los malditos plásticos
son de los que hacen ruido.
¡No te muevas! haz sitio para oir lo que susurra,
tu suspirar, tu llanto, tu grito,
tus latidos…
déjate acompañar por el lento amanecer o anochecer para despertar, aflojar
y por fin, sentir el aire que acaricia tu piel.
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