Un día, un hombre serio
se encontró una niña muda entre las ruinas,
lloraba la pequeña pero él no sabía por qué,
no paraba de llorar.
Quería abrazarla y consolarla
pero no se dejaba.
Caminaban de la mano,
al paso de la niña.
Él serio y ella llorando.
Salieron de los escombros, ahora campo abierto.
Él serio y la niña muda,
caminaban juntos,
él quería ir más deprisa pero ella no podía,
la niña quería jugar pero él no sabía.
1 comentario:
"Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre"
Ángel González
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