Esta mañana he visto al hombre bronceado, hacía tiempo que no lo veía. Hoy me ha llamado un poco más la atención porque no iba tan impecable como siempre, y su expresión era decaída. No recuerdo su nombre pero hace unos años siempre lo veía en casi todos los actos culturales de la ciudad, incluso venía a vernos al teatro, tanto las obras grandes como los montajes pequeños. Creo que venía solo, pero se mostraba interesado y agradecido por lo que veía. Siempre he tenido una imagen de él de un hombre inquieto, curioso y joven por dentro, creo que intentaba relacionarse con los jóvenes pero no era atendido, con ganas de vivir, como si tuviera treinta años, pero que pocos o pocas reparaban en él porque ya pasaría de los setenta. Siempre ha llamado la atención, por bronceado, pelo blanco peinado hacia atrás, rostro interesante y bien vestido, un hombre atractivo.
Pero hoy, aún conservando el aire interesante, le he visto casi apagado, primaba en él la comodidad y el cansancio sobre la seducción, y su rostro, ¡ay! su rostro, sus ojos me han dicho que se está dando por vencido, que la ilusión se le ha perdido y no la encuentra, que cuando se levanta por la mañana le cuesta mucho ducharse y vestirse y perfumarse, que para qué seguir esperando a qué.
Hoy luce el sol, es un día luminoso, bonito, esta luz anima a seguir, es primavera y todo parece renovarse. Yo, hoy sí he encontrado mi ilusión en la esperanza, en los momentos posibles dichosos.
Quizás hoy el hombre bronceado, en su paseo, tropiece con su ilusión perdida. ¡Ójalá!, se ha esforzado tanto y tanto tiempo por seguir, por estar ahí siempre impecable con sus trajes de buen corte, por intentarlo a pesar de su cansancio, su envejecer, su enfermedad, sus pérdidas y sus penas, se le ha visto luchar por resucitar su pálpito, que se merece una buena despedida de la vida ¿no? Que pueda pasear de la mano de alguien en estas mañanas de primavera en estos últimos años o meses. Y cuando se vaya, pueda irse tranquilo y acompañado, sabiendo que alguien le quiere.
1 comentario:
Tal vez el hombre interesante quería estar hoy relajado, tranquilo. Vestir la bata, calzarse las zapatillas caseras y salir a pasear disfrutando de la mañana, sin afeites y sin más adorno que su propia existencia.
No te preocupes, el hombre interesante lo sigue siendo, porque así ha sido siempre y el lo sabe. Solo se ha relajado y camina algo más desaliñado porque sabe que todavía hay gente que le quiere. NUX
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